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¿Para qué hablar de la muerte?

  • supchile
  • hace 2 días
  • 4 Min. de lectura

Piensa en la última experiencia que hayas vivido relacionada a este tema. Quizá perdiste a algún familiar o amigo. Tal vez te tocó acompañar a alguien que perdió a un ser querido, o puede ser que la última vez que te viste de frente a este tema fue porque viste una noticia o supiste sobre la partida de alguna persona conocida. La muerte a veces irrumpe de manera inesperada, mientras que otras aparece silenciosa y se va haciendo cada vez más evidente, como por ejemplo en el caso de una enfermedad, donde nos da algo de tiempo para “prepararnos” y acompañar a otros a preparar su partida.


Lo único seguro que tiene una persona en su vida es que en algún momento va a morir. ¿Y por qué entonces nos cuesta tanto hablar sobre este tema si es tan natural?


Arrastramos aún ciertas prácticas de nuestros padres y antepasados, y una de ella es el no hablar de ciertos temas. Muchas veces cuando se pone sobre la mesa el tema de la muerte, aparecen de manera espontánea frases como “ay pero la estás llamando”, “ya cállate, cambiemos el tema”, “uy pero no seas negativo”… etc. Por lo tanto, finalmente tendemos a no hablar de aquello que no nos gusta.


La muerte es un misterio. Hay mucha incertidumbre sobre ella. ¿Duele morir? ¿Existe vida después de la muerte? ¿Reencarnamos? etc. Pero además de ser un misterio, sabemos que emocionalmente duele perder a un ser querido. Aparecen emociones como la pena, la rabia, impotencia, etc. Emociones que, por un lado son incómodas de transitar pero por otro, tal vez, no sabemos habitar. Muchos hemos crecido escuchando frases como “tienes que ser fuerte”, “los hombres no lloran” o “no estés triste”, por lo que resulta desafiante habitar este tipo de emociones cuando hay tanto prejuicio en torno a ellas. No podemos elegir sentir una emoción, pero si podemos aprender a gestionar y habitar aquello que sentimos.

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¿Qué debemos considerar los psicólogos al momento de vernos enfrentados al tema de la muerte en psicoterapia?


En primer lugar es necesario que nos demos el tiempo para identificar, en lo personal, qué me genera éste tema. ¿Estoy en condiciones actualmente de acompañar a alguien en esta temática ¿Cuál es mi creencia actual en relación a ella? ¿Qué me hace sentir hablar de muerte? ¿Cómo han sido mis propios procesos de duelo?

Puede que en nuestro quehacer clínico nos toque acompañar a alguien que esta en proceso de partir, o que se trate de acompañar a un cuidador. En ambos casos es necesario tener muy en claro cuales son las expectativas de quien nos consulta, e ir chequeando si el espacio terapéutico está cumpliendo con su propósito, ya que como sabemos la muerte es irreversible y el espacio previo a ella se hace a veces necesario, sanador, trascendente y tanto más. Preguntar ¿Cómo te gustaría en el futuro recordar este momento? O ¿Cómo te gustaría que los demás recuerden este último tiempo contigo? ¿Qué necesitas cerrar o resolver antes de la partida?, son preguntas que pueden iluminar el camino del acompañamiento terapéutico.


Pero, ¿cómo abordar el tema de la muerte cuando esta irrumpe de manera trágica e inesperada?

Como bien sabemos los procesos de duelo tiene diferentes fases. Una de ella es la fase de Negación, que se puede observar más claramente en este tipo de situaciones. Sensación de no creer lo que está ocurriendo, de pensar o sentir que la persona fallecida va a aparecer en cualquier momento, shock, etc. Son respuestas esperables en este contexto.


Para quien vive una situación de este tipo resulta muy aliviador poder entender lo que le ocurre. Recordemos que frente a un incidente crítico de estas características pueden aparecer síntomas no sólo emocionales, sino también físicos, a nivel de pensamientos y conductas. Poder psicoeducar en esto resulta muy relevante ya que puede aliviar la sintomatología y evitar que esta empeore.


Si bien cada apersona tiene características individuales (algunos más introvertidos, otros en cambio más expresivos), resulta importante en que en estos contextos hayan espacios de conexión y contención con otros significativos, bajar la carga de exigencias académicas o laborales (ya que nuestros procesos cognitivos pueden verse afectados durante algún tiempo por esta situación), importante también es recomendar el proteger espacios de sueño, alimentación y recreación. 


Algunas ideas para el acompañamiento en procesos de duelo:

Cabe destacar que las intervenciones y sugerencias de tareas deben ser ajustadas a las necesidades y características de cada persona. Te dejo aquí algunas que te pueden servir:

  • La escritura suele ser una herramienta muy sanadora par amuchas personas, ya sea como un medio de desahogo o de comunicación con quien ha partido.

  • Destinar algún lugar de la casa para honrar y recordar a quien nos ha dejado, puede ser de utilidad. Por ejemplo, en algún lugar de la casa poner una foto, vela, flores, cuaderno para escribirle, etc. puede resultar de ayuda y conexión con quien ya ha partido.

  • Resignificar el llanto. Como mencionaba anteriormente, venimos de una cultura donde hemos aprendido a reprimir las lágrimas.  Poder mostrar a quien está en un proceso de duelo que esas lágrimas honran el amor que siente por la persona que ya partió, puede resultar aliviador.


La muerte es parte de la vida y comenzamos a acercarnos a ella desde el momento en que nacemos. Normalizarla y hablar de ella, sin duda, nos da más herramientas para poder abordarla cuando aparezca.


Algunos libros que te pueden ayudar a ahondar en estos temas:

-        Vida después de la vida, Raymond Moody

-        Vida después de la muerte, Yogui Ramarcharaka

-        Estar con los que mueren, Joan Halifax

 


Carolina Rodriguez

Psicóloga clínica, especialista en terapia breve estratégica y master en coaching estratégico.

Agosto 2025

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