¿Conoces el poder de las emociones?
Las psicólogas que nos dedicamos a la clínica pensamos e intervenimos con las emociones de diversos modos. Para esto, debemos primero que nada reconocer la relación que existe entre emoción y cognición. Tal como nos recuerda Greenberg (1997) la emoción está estrechamente relacionada con el significado, de hecho no se produce ningún cambio emocional sin que se produzca un cambio cognitivo. A su vez, debemos reconocer que una misma experiencia emocional, y su expresión, pueden encontrarse enraizados en estados mentales diferentes. Por ejemplo sentir tristeza por la pérdida de un ser querido es totalmente diferente a la tristeza generada por un abuso o trauma, y por lo tanto, la intervención también será diferente. En tercer lugar, debemos tener presente que la expresión de emociones tales como la rabia pueden deberse a vivencias básicas como la vergüenza, como por ejemplo, un consultante que manifiesta estar furioso con su pareja puede estar encubriendo otras emociones más profundas, a las que el terapeuta necesita acceder. Y por último, cada tipo de emoción, tristeza, enojo o la que sea, posee sus propias características y existen diferentes modos de trabajar con ellas.
¿Para qué descubrir cuál es la emoción a la base?
Estas son fundamentales, adaptativas, no racional ni irracional, por lo tanto son genuinas a la vivencia.
Nos dan información, en el sentido que nos dicen lo que es personalmente importante y cuando las cosas salen como queremos.
Las emociones nos ayudan a sobrevivir entregándonos una manera de responder automática, rápida y eficiente a situaciones importantes.
Nos preparan hacia la acción.
Involucran necesidades o implican deseos y necesidades que generan una acción.
Las emociones integran experiencias, nos dan significado, valor y dirección. Nos muestran hacia dónde ir.
Son una tendencia a la acción relacional.
Es nuestro modo fundamental de procesamiento (si se le muestra a un niño una foto con un mono chistoso se va a reír porque evoca una emoción que tiene significados).
El cerebro emocional nos entrega información con significado construido.
Comunican.
Es el proceso más complejo del hombre
Tal como sostiene Greenberg (1997) un estimulo crea una respuesta solo si dispara una emoción, ya que si no gatilla emoción significa que no es relevante para la persona. Nuestra misión como terapeutas entonces es acompañar al paciente a descubrir cuál es la emoción primaria o a la base de aquellas vivencias significativas para así poder resignificarlas y transformar la emoción.
Para alcanzar lo anterior, en términos simples debemos re-experimentar la escena, hacer como un cuadro de su historia integrando reacciones físicas: “entonces estabas bajo la lluvia, sentías frio, en la puerta de tu casa con el maletín en la mano que te sudaba cuando miraste hacia tu derecha y tu pareja te miro y dijo….”. Buscamos la experiencia reactiva emocional que tuvo el consultante al vivir el problema. Se hace una construcción subjetiva del estímulo. De cierta manera “develamos”, “desembalamos” la experiencia hasta identificar lo que fue lo realmente MÁS le afectó, esta información aparece en la narrativa. Lo que gatilló ese enojo o esa emoción. ¿Cuál es tu construcción de cómo lo miró su pareja? El significado que le otorga a la mirada de la mujer bajo la lluvia. En este caso específico, era que la mujer no tenía confianza en él.
Al hacer este trabajo el consultante va haciendo un puente de significado que le permite comprender mejor lo sucedido y qué es lo que más le molesto y enojó… y cómo esa sensación de humillación también la siente en su lugar de trabajo.
Debemos simbolizar la emoción con la experiencia para luego aceptar esta emoción, con el fin de que el consultante se convierta en un AGENTE de la emoción: yo siento “esto”, no es la emoción que me maneja. No intentamos “quitar” o “hacer catarsis”, sino más bien identificar qué siente (ponerle nombre) para que se apropien de su emoción primaria (a la base) para aprender a regularla.
Así es como la lectura de nuestras emociones se van convirtiendo en nuestro regulador emocional, permitiéndonos tener respuestas responsivas, más que reactivas.
Y tú, ¿cómo trabajas con las emociones de tus consultantes para generar cambio?
BILIOGRAFIA
Greenberg, L., Paivio, S. (1997), Trabajar con las emociones en psicoterapia. Nueva York, The Guilford Press
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