¿Cómo comunicarme con mi paciente según la resistencia que presenta? - Parte I
- Anita Ovalle
- 1 abr
- 3 Min. de lectura
“Mi paciente no hace las tareas”, “me dice que tiene todas las intenciones de movilizarse, pero ahí se queda”, “no sé qué más hacer con este paciente”. Estas frases son habituales y comunes a escuchar en las supervisiones clínicas y es algo que a toda terapeuta nos has sucedido.
Lo primero a tener en cuenta es que la resistencia al cambio es natural, cualquier modelo que quiere producir cambios tiene que considerar que la resistencia es parte del ser humano. Dado lo anterior, es importante identificar qué tipo de resistencia presenta mi paciente para poder acoplar mi comunicación y, por lo tanto, estrategias e intervenciones a utilizar. Las resistencias también son parte de la etapa de cambio en que se encuentra el consultante, por lo tanto, es imprescindible que usemos ciertas herramientas de comunicación y prescripciones planificadas para movilizarlo. Así es como las resistencias se convierten en un elemento a trabajar a favor del cambio.
Distintos autores plantean distintas formas de abordarlas, pero la mayoría coinciden en identificarlas, acogerlas, validarlas y aliarnos a ellas para conducirlas hacia una experiencia emocional correctiva (lee mas de esto aca https://www.supervisate.cl/single-post/que-es-una-experiencia-emocional-correctiva-y-como-se-relaciona-con-el-cambio-terapeutico) que transforme las emociones, motivaciones y pensamientos, entre otros.
Giorgio Nardone, nos habla de 4 tipos de resistencias y cómo manejar cada una de ellas para promover el cambio. En este primer artículo de abril se expondrán las primeras dos resistencias, para luego contarte sobre las otras dos en el próximo artículo de este mes.

Resistencia tipo 1: La falta de conciencia del problema
En estos casos, el paciente no reconoce que tiene un problema o minimiza su impacto. En el fondo está pre-contemplativo según su etapa de cambio (Prochaska & Di Clemente). No es que no vean la solución, es que no ven el problema, por lo mismo no tienen intención de cambiar. Generalmente son traídos a consultar por terceros.
Aquí es donde debemos no juzgar, ni intentar confrontar para convencer al otro, sin apuro. Mas bien, empatizar con la obligación de estar en esa situación, otorgar información y feedback que aumente la conciencia de problema y de la necesidad de cambiar.
Se utilizan preguntas estratégicas, reformulaciones o paradojas para llevar al paciente a reconocer el problema sin confrontarlo directamente. Algunos ejemplos de lo anterior serian: “¿Qué necesitas hacer para que tu mamá no te traiga más a terapia?”, “no vaya yo a pensar que haces solo lo que te indica tu esposa, siendo que me has contado que sueles tomar tus propias decisiones”
Resistencia tipo 2: La desconfianza
El paciente desconfía del terapeuta, del tratamiento o de la posibilidad de cambio, es decir, las probabilidades sobre el cambio son ambivalentes ya que la posibilidad de cambio es ambigua y existe desconfianza. Podríamos pensar en un paciente que se encuentra en una etapa de cambio contemplativa (Prochaska & Di Clemente).
La principal estrategia es validar su desconfianza, utilizarla como una virtud para convertirla en un recurso. Es decir, en los concreto podríamos hacer reformulaciones como “es bueno que seas escéptico, así podrás tener una buena lupa para evaluar por ti mismo si esto funciona” o “nos ayuda que estes suspicaz respecto a la efectividad del tratamiento, así serás el primero en saber si está funcionando o no”
Dado que sienten desconfianza es importante ir jugando con mostrar como sus soluciones intentadas refuerzan el problema SIN empujarlo al cambio, pero si activando sus recursos para este cambio. Por ejemplo, en el caso de personas que sienten que no están a la altura entonces viven pidiendo ayuda, evitan tomar las decisiones, tienen miedo a ser juzgados y así se van anulando. La prescripción, en ese caso, sería mostrarle al paciente que cada vez que pide ayuda al otro para que le dé su visto bueno o delega, está diciendo dos mensajes involuntarios donde, por un lado, expresa no ser capaz y sentir inseguridad de sí mismo. Y por otro, cada vez que hace esto, debe recordar que no solo está manteniendo tu problema, sino que también empeorándolo. Ahora bien, debemos mostrarle que no le estamos pidiendo que deje de delegar o de pedir ayuda ya que uno considera que aún no está listo, pero si debe tener presente que al hacer esto es como ir echando fertilizante al pasto. Esto inmediatamente lo conecta con ciertas emociones y recursos que alientan al cambio.
No te pierdas nuestro próximo articulo para que conozcas las 4 resistencias y como maniobrar con ellas para que no interfieran tu proceso de cambio.
Anita Ovalle M.
Marzo 2025
Referencias:
Nardone, G. (2013) El arte de la estratagema. Editorial Herder, Barcelona.
Prochaska, J. DiClemente, C. Traducido de Mark A. Hubble, Barry L. Duncan and Scott D. Miller, Bruce E. Wampold. The Heart and Soul of Change: What Works in Therapy. (Eds.), Washington, DC: American Psychological Association, 1999, p. 227-255
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