Trabajando desde los recursos: abriendo caminos hacia el cambio
Es imposible trabajar con las personas sin considerar sus recursos y obviamente los terapeutas nos enfocamos en eso. Muchas veces, sin querer, nos cegamos enfocándonos en un diagnostico que solo nos cierra posibilidades y campos de acción, en vez de mirar la forma que esta persona tiene de funcionar en la vida.
Entonces lo primero que tenemos que hacer, para poder explotar los recursos de nuestros pacientes en todas sus dimensiones, es intentar dejar de lado cualquier tipo de etiqueta que lo condicione a algún tipo de limitación como, por ejemplo, tener una estructura limítrofe.
Por otra parte, tenemos que tener presente que las preguntas son intervenciones en sí mismas que buscan movilizar el proceso interno de cambio de cada persona. Entregan la oportunidad de revisar y reflexionar sobre su experiencia y recursos de una manera diferente. Es por esto que las preguntas deben formularse de tal manera que sitúen al cliente como protagonista de su vida y deben ser comunicadas de determinada forma. Para lo anterior debemos asegurarnos de que estas preguntas cumplan con las siguientes características:
Apuntar al futuro, no al pasado.
Intentan identificar valores más que la queja.
Buscan recursos más que limitaciones.
Apuntan a la retroalimentación y aprendizaje, más que a la perfección.
Parten con un pronombre: para qué, como, cuándo y qué. Solo utilizamos "por qué" cuando estamos buscando valores.
Van dirigidas a la persona (tu) ya que atribuye responsabilidad, apuntan a la atribución interna.
Se usan verbos en positivo.
No son fáciles de responder ya que cuestionan creencias; nunca quedarse con un “no se” por respuesta.
Generamos preguntas que ayudan al cliente identificar los recursos que necesita para lograr sus metas y los obstáculos que le impiden alcanzarlas.
Ahora si quieres cerrar oportunidades de diálogo y efectividad en tu terapia, te invitamos a:
No focalizar, déjalo hablar sin cesar y no intentes acotar su queja.
No intentes averiguar por qué consulta ahora.
No consideres el lenguaje del cliente.
No averigües soluciones intentadas, ¿de qué te sirve saber que ha intentado hacer frente este problema, si total no le ha dado buen resultado?
Descalifica la importancia del problema. Seguro eso lo hará sentir escuchado y comprendido.
No fijes metas mínimas.
¡Nunca te preguntes el PARA QUÉ de la intervención, simplemente hazla!
Que el cliente te dirija.
Es útil saber todo lo que no tengo que hacer o si hacer para arruinar una situación de manera voluntaria. No con el fin de culpabilizarme, sino que con el objetivo de identificar que estoy haciendo, sin darme cuenta, que entorpece lograr lo que quiero: hacerlo bien… en el fondo, nos ayuda a tomar conciencia. Entonces ¿qué es lo que ya estoy haciendo bien como terapeuta respecto a cómo planteo mis preguntas hoy?, ¿invitan a la reflexión?, ¿necesito ampliar mi repertorio?
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