Generación Dopamina ¿Solución o Adicción?
¿Cuánto tiempo podemos estar sin una pantalla? ¿Nos ponemos límite en los videojuegos o en las maratones de Netflix? ¿Cuántos delivery pedimos a la semana? Si no hay wifi ¿es una tragedia? ¿Somos capaces de esperar por algo?
Estas preguntas nos hacen reflexionar a todos porque estamos viviendo la era de la Generación Dopamina, donde todo debe ser absolutamente instantáneo y no estamos dispuestos a esperar por nada.
Pero para comprender mejor este fenómeno, debemos partir por entender ¿qué es la Dopamina? Es un neurotransmisor cerebral que genera placer y felicidad y se puede secretar de diferentes maneras: realizando actividades placenteras, pero también con consuno de sustancias. La Dopamina activa nuestro sistema de recompensa cerebral y también activa nuestra memoria afectiva.
De acuerdo a lo anterior, entendemos que la dopamina funciona básicamente como una droga, cuando se secreta, sentimos placer y satisfacción y por lo tanto queremos siempre más. Como seres humanos naturalmente buscamos el placer y tratamos de evitar el dolor, entonces la adicción a la dopamina es esperable. Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias de evitar a toda costa el dolor?
El placer y el dolor, literalmente son vecinos, pero debemos entender que el dolor (en una medida justa) es absolutamente necesario para aprender, para movilizarnos a buscar nuevas soluciones a nuestros problemas, ya que siempre buscamos mitigar el dolor y eso hace que se activen nuevos circuitos cerebrales, para encontrar soluciones o resignificar muchos eventos dolorosos, entendiendo que si los miramos con un poco más de profundidad, estos escenarios dolorosos son espacios de aprendizaje y movilización cerebral y también son absolutamente necesarios para desarrollar nuestra resiliencia.
La búsqueda impetuosa de dopamina hace que cada vez experimentemos menos dolor y con eso el cerebro se va haciendo cada vez menos tolerante al dolor, lo que trae como consecuencia que el cerebro se vaya acostumbrando solo al placer y, por ende, no se autoexija buscar nuevas soluciones o generar profundos aprendizajes.
Es importante destacar que el equilibrio entre placer y dolor es absolutamente necesario. ¿Podríamos entender qué es el placer si no existiera el dolor? Literalmente no. Por ejemplo, para poder identificar el frío es indispensable sentir calor, este ejemplo nos ayuda a entender que necesitamos un equilibrio. En este ejemplo de temperatura, todos buscamos un equilibrio que nos haga sentir cómodos y eso es un término medio entre frío y calor.
¿Qué podemos hacer contra la adicción a la dopamina? La respuesta es el “Ayuno de Dopamina”, es decir, bajar nuestro consumo de tecnología y de actividades placenteras instantáneas. Con esto no quiero decir, que nos busquemos placer, como seres humanos, siempre lo vamos a buscar, pero en este “ayuno”, vamos a retomar otras actividades que no tienen una recompensa química inmediata, por ejemplo, leer un libro, interactuar más socialmente, crear soluciones para problemas o desafíos, desarrollar la paciencia, etc.
Lo anterior no significa que busquemos el dolor, pero tampoco lo demonicemos, porque es a través del dolor que hemos aprendido muchas cosas y es el mismo dolor el que nos lleva a crear mecanismos para enfrentarlo o mitigarlo.
En resumen, la dopamina no es necesariamente negativa, ya que entendemos que es una fuente inmediata de placer, que siempre vamos a buscar, sin embargo, hoy necesitamos entender que nuestra homeostasis, siempre implica un equilibrio entre dolor y placer.
Ps. Karine Kruger S.
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