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El Lenguaje como Intervención para Promover el Cambio

Tal como plantea Milton Erickson y otros grandes “emplea inicialmente las palabras que usan los clientes como forma de unirte a ellos y establecer rapport”. Las personas seleccionamos determinadas palabras para representar nuestras experiencias, es por esto que las palabras elegidas tienen una connotación particular para quien la emite. Entonces, en la medida que, como terapeutas, utilicemos el lenguaje de nuestros pacientes, ellos perciben que comprendemos su experiencia, y al sentirse comprendidos, se relajan y aumenta la cooperación al cambio.


Por lo mismo, compartimos distintas intervenciones para promover el cambio de comportamiento en psicoterapia. Lo más probable es que ya las hayas estudiado y leído mas de una vez, sin embargo, hoy nos queremos detener en el “cómo” elaborarlas para que, efectivamente, sean recibidas por el consultante provocando el cambio que queremos a través del lenguaje.


Reformulaciones: buscan cambiar el punto de vista, emociones, ideas del paciente respecto a un problema dentro de un marco similar al que trae, pero distinto punto de vista, lo que permite modificar el significado y punto de vista de la experiencia.

Se utilizan las mismas palabras del paciente, acoplada a su postura y apuntando a lo que la persona necesita. Apuntan ya sea a la naturaleza del problema (“su hijo no es débil, sino que perezoso”) o al significado de lo que mantiene el problema (“cuando sobreproteges a tu hijo, lo desproteges para la vida”).


Directrices: son verbalizaciones del terapeuta para que el paciente desarrollo acciones específicas que, directa o indirectamente, son incompatibles con la persistencia del problema. Se construyen sobre reformulaciones y su foco esta puesto en la forma en que se transmite el contenido, más que el contenido en sí.

Entonces si quiero agregar fuerza al cambio existen distintas formas como:

  • Persuasiva: “seria conveniente que…..”

  • Dubitativa: “generalemte aconsejo…pero en tu caso…” para invitar a la escucha y despertar ciertas emociones que nos lleven a la acción.

  • Ilusión de alternativas: “¿prefieres ir a este psiquiatra que trabaja desde un marco convencional o este otro que tiene una mirada antroposofica?”, donde se le dirige a una acción desde su propia decisión, aunque en realidad el objetivo de la pregunta es que vaya al psiquiatra, no importa a cuál.

  • Desafiante: “te conviene hacer …., pero no se si tu1 estes preparado”, con esto generamos más “ganas”, despertamos emociones también que nos conducen al movimiento desafiando al otro.

  • Negociadadora: proponemos algo que genere resistencia para proponer otra idea que genere menos resistencia, y así acceda a tomar el camino, aunque sea difícil.

  • Paradójica: insistimos imperiosamente en algo para que no lo haga o haga el opuesto, “ojalá de aquí a la próxima semana puedas pensar todos los días sobre aquello que te molesta y me cuentas cuanto tiempo le dedicas a diario”.

Tareas: son actividades concretas que pueden ser tanto teóricas como practicas, se van construyendo a lo largo de la sesión con un dialogo estratégico acoplado a la postura y lenguaje del paciente. Si quieres leer más sobre tareas, te recomendamos este articulo donde hablamos de cómo crear tareas a medida del consultante.


Estas intervenciones finalmente son la forma como vamos dirigiendo y provocando cambios comportamentales en el paciente. ¿Cuál de las anteriores utilizas con mayor frecuencia? ¿Cuál te parece novedosa o riesgosa? ¿Cómo lo haces para potenciar el cambio?


Anita Ovalle M.

Junio 2023


Bibliografía

O´hanlon & Weiner-Davis (1990) En busca de soluciones. España

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