¿Cómo la respiración moldea nuestros estados emocionales?
Desde hace algunos años, me he interesado muchísimo en los avances de la neurociencia y en cómo sus aportes pueden ser tremendamente útiles en nuestro trabajo como terapeutas. Personalmente, me gusta mucho psicoeducar a mis pacientes y cuando entrego determinadas herramientas, me parece relevante que las personas entiendan cómo y porqué éstas podrían beneficiarlas. Es por esta razón que quiero hablar en este artículo de la respiración y de cómo ésta desempeña un papel fundamental en el manejo emocional.
Desde el punto de vista científico, sólo en el año 2017 se descubre la neuroanatomía de la respiración, es decir, la influencia que tiene la respiración sobre el cerebro y cómo afecta a las estructuras cerebrales que están involucradas tanto en la gestión de nuestras emociones, como también en la memoria, en la atención y en el procesamiento olfativo. Hoy me centraré en cómo afecta la respiración en la gestión emocional y en cómo, al ser un proceso sobre el cual podemos influir voluntariamente, se abre una puerta tremenda para poder complementar nuestros procesos terapéuticos y ayudar a nuestros pacientes.
Una información que puede ser muy útil es que, al inhalar por la nariz, activamos el bulbo olfativo, que es una estructura pequeña que tiene conexión directa con la amígdala cerebral (centro de nuestras emociones) y cuando este bulbo olfativo se activa, se desactiva la amígdala. Lo interesante de esto es que cuando inhalamos por la boca, no activamos al bulbo olfativo y por lo tanto, no logramos bajar la activación de la amígdala. Entonces, enseñar a nuestros pacientes ciertas técnicas de respiración donde la inhalación y la exhalación sean por nariz es clave en el tratamiento de la depresión, ansiedad, crisis de pánico, trauma, etc.
También es muy importante saber que la amígdala se desactiva y se relaja durante la exhalación y no durante la inhalación, por lo tanto, si el tiempo que tardan en exhalar es más corto que el que tardan en inhalar, la amígdala se va a activar, entonces, intencionar que la exhalación sea más larga puede inducir estados más tranquilos. Acá siempre enseño la respiración basada en exhalación que consiste en decirle al paciente que exhale en el doble de tiempo del que inhala, es decir, si inhala en 2 segundos se exhala en 4, si inhala en 3 se exhala en 6 y así sucesivamente.
Otro dato que ha sido arrojado en experimentos científicos es que cuando respiramos muy rápido, la amígdala no alcanza a desactivarse. El ritmo esperado es de al menos 10 respiraciones por minuto, por lo tanto, son claves los ejercicios que permitan ralentizar la respiración. Podemos incluso poner un cronometro y contar el número de respiraciones que realizan por minuto, ayudándolos a ir disminuyendo ese número, tanto en sesión como entre sesiones.
En conclusión, los estudios científicos realizados recientemente en este ámbito nos ofrecen una oportunidad tremenda como terapeutas para poder complementar nuestras intervenciones con técnicas simples pero poderosas que pueden otorgar alivio a alguien que confía en nosotras sus vulnerabilidades y dolores.
Ps. María José Bacigalupo
Junio 2024
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