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¿Fracaso de la terapia o abandono del proceso?

¿Cuántas veces te has preguntado si has fracasado como terapeuta cuando un consultante no llega a sesión y deja de asistir a terapia?


Gavino y Godoy (1993) definieron el abandono como “una interrupción del tratamiento antes de alcanzar los objetivos terapéuticos propuestos”. Sin embargo, es importante tomar en consideración que un consultante deja de asistir a terapia por múltiples y distintos motivos, desde motivos económicos y/o de tiempo. Además existen factores terapéuticos que tienen mayor implicancia con nuestro quehacer clínico, por lo mismo quisiéramos ver distintas formas de abordarlos.


Por “factores terapéuticos” nos referimos a situaciones como que el motivo de consulta quizás no está siendo alcanzado ya que no ha sido bien definido, desmotivación por la terapia, incumplimiento de instrucciones, tardanza en conseguir los objetivos esperados, negación a tocar algunos temas, falta de “feeling” con el terapeuta y/o que el terapeuta no se centre en lo que el paciente considera problema.


Para prevenir y abordar estos escenarios, debemos tomar en consideración las siguientes sugerencias que plantea el Hugo Hirsch y Ruth Casablanca en su libro Cómo Equivocarse Menos en Terapia (2009):

  1. Focalizar en el problema: guiar la conversación acotándose a describir la queja lo mejor posible tratando de responder a cómo, cuándo, con quien y qué de lo que menciona es problema.

  2. Consultar y averiguar por qué consulta ahora: esto nos entrega información de qué tan aproblemado está el consultante, quienes más están aproblemados y preocupados.

  3. Tomar y alinearse con el lenguaje del cliente: cada vez que podemos utilizar palabras con las cuales el consultante describe el problema, la comunicación es más efectiva.

  4. Averiguar soluciones intentadas: es importante conocer qué de lo que se ha hecho ha perpetuado el problema para no repetirlo y entregar estrategias que se alinean con soluciones efectivas.

  5. Validar al problema: independiente de que la situación no nos parezca un problema, es importante que validemos la situación del otro, logrando ser empáticas y ofrecer estrategias de enfrentamiento eficaces.

  6. Fijar metas para medir el cambio y el progreso del problema: mientras más mínima sea la meta, existen mayores probabilidades de cumplimento y con esto va reforzándose el cambio.

  7. Antes de prescribir una intervención, es importante preguntarse el para qué de la intervención, ya que cada una tiene efectos en el problema.

  8. Ser directivas en el proceso con el objetivo de mantener el foco en el problema y las metas establecidas y con la flexibilidad de seguir los ritmos del paciente.

Finalmente, si logramos trabajar en estos factores terapéuticos aumentaremos la posibilidad de realizar intervenciones eficaces y alineadas a la motivación y ritmos del consultante. Sin embargo, debemos recordar que hay ocasiones en que variables externas influyen en el abandono del proceso y esto no quiere decir que hubo un fracaso.


De todos modos, te invitamos a estar constantemente pidiendo feedback a tu paciente respecto al camino trazado. Nadie mejor que él, te podrá dar respuesta respecto a tu trabajo.

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