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¿Cómo cambiamos las personas?

¿Alguna vez te habías detenido a pensar que el cambio es un proceso inevitable, que nos ocurre a todos los seres humanos? Algunos cambios son impuestos por lo que nuestro desafío es adaptarnos a estos, mientras que otros son decididos por nosotros mismos y requieren de un trabajo personal, esfuerzo y persistencia. Sin embargo, todo proceso de cambio, independiente a si este es impuesto o por decisión propia, o si es logrado solo o con la ayuda de un tercero, como un terapeuta, existe una teoría que describe cómo y por qué se produce el cambio efectivo en las personas.


Y ¿para qué nos sirve a nosotros, como terapeutas, conocer esta teoría? Como facilitadores encargados de maniobrar los procesos de cambio de nuestros pacientes, es de suma utilidad identificar en qué etapa de cambio está el consultante que me está pidiendo ayuda, ya que esto nos permitirá saber cómo me debo comportar como terapeuta, qué intervenciones serán adecuadas en ese momento, y qué esperar de mi paciente. Nos ayuda, además a poder regular las expectativas mías, las de mi paciente y de la terapia. Es decir, podemos elaborar un plan de acción ajustado al momento en que se encuentra el paciente, respecto a su percepción de la problemática, independiente al enfoque teórico desde el cual se trabaje.


Las etapas de cambio, postulado por J. Prochaska y C. Diclemente, presentan el cambio en las personas como un proceso espiral que toma tiempo, y no es un evento aislado en la vida de cada individuo. Las etapas de cambio hacen referencia al periodo de tiempo en que el sujeto presenta determinadas características en cuanto a su visión del problema y a su disposición para cambiar; y el proceso de cambio son las actividades y eventos específicos que conducen a la dirección del cambio deseado.

En este artículo explicaremos las características de las personas en cada una de estas etapas; en el próximo presentaremos el cómo determinar en qué etapa de encuentra nuestro consultante y las distintas maniobras terapéuticas a realizar en cada una de estas fases.


Existen 5 etapas de cambio que ocurren secuencialmente y en espiral ascendente:


En la etapa de PRE-CONTEMPLACIÓN, el paciente no tiene consciencia de un problema, por lo tanto, no tienen intención de cambiar su conducta y suele haber negación del problema. Estas personas generalmente aparecen en terapia porque son enviados por otros. Aparecen frases como: “supongo que tengo defectos, pero no hay nada que realmente necesite cambiar”, “¿cómo puedo hacer para que mi mama deje de molestarme?”


Una vez que nuestro paciente reconoce la existencia de un problema, ha pasado a la etapa de CONTEMPLACIÓN. Dado que identifica un problema, también ahora aparece la motivación a querer hacer algo para resolver esta situación. En esta fase, el paciente reflexiona acerca de su problema, analizar sus causas y buscar posibles soluciones, sin embargo, se encuentra muy ambivalente frente el cambio, oscilando entre razones para cambiar y razones para continuar del mismo modo. Surgen ideas como: “se que yo tengo que ver en este asunto, pero no se que hacer al respecto, ni como, ni si realmente tengo ganas de hacer el esfuerzo”.


Al avanzar hacia la etapa de PREPARACIÓN, nuestro paciente ya tiene en mente como realizar un cambio concreto, y la ambivalencia ha disminuido notablemente inclinando la balanza hacia el cambio. Está comprometido con el cambio, y se encuentran haciendo algunos ajustes finales antes de comenzar a modificar la conducta. Al igual que en una carrera, ya se está listo para partir. Suelen aparecer comentarios como: “ya estoy lista para sentarme a conversar con mi marido, mañana tendré esta conversación, ya es hora de hacernos cargo”.


Cuando nuestro paciente ya empezó la carrera, entonces estamos en la etapa de ACCIÓN. Esta etapa se caracteriza por la modificación en la conducta y su entorno. El paciente se encuentra muy comprometido en cuanto al tiempo y energía invertida, la que es reconocida por su contexto ya que los cambios son visibles. Comentan, por ejemplo: “esto es genial, llevo 2 semanas sin fumar”.


El cambio ya se ha realizado un par de veces, sin embargo, aún no está consolidado. Por lo tanto, durante la etapa de MANTENCIÓN el paciente se encuentra entrenando las nuevas conductas aprendidas para prolongar el cambio logrado y solidificarlo en el tiempo. Por ejemplo: “iba tan bien, pero pucha ahora siento que retrocedí todo lo que había avanzado”

Entonces ¿cómo podemos ayudar a nuestros pacientes a avanzar en sus procesos de cambio cuando nos vienen a pedir ayudar? Te invitamos a leer nuestro próximo artículo: ¿Cómo maniobrar para agilizar el avance del proceso de cambio de mi paciente?

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