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Una mirada integrativa de cómo enfrentar la ansiedad en tiempos de pandemia

La ansiedad es una emoción, como cualquier otra, que se gatilla cuando nos sentimos amenazados, cuando sentimos que nuestra integridad física corre peligro. Es adaptativa, sin embargo se puede convertir en nuestro peor enemigo, atacando en silencio, dejándonos prisioneros de nuestros propios miedos.


Además tenemos que pensar que estamos viviendo una situación extraña, desconocida, llena de incertidumbre, a esto agreguemos el aumento de cortisol generado por la situación de estrés que conlleva el adaptarse a este contexto de vida.


El panorama no se ve tan alentador, sin embargo la forma en que maniobramos o manejamos esta situación define cómo será el desenlace de esta experiencia.


Entonces, nos parece útil ayudar a nuestros pacientes a maniobrar con su ansiedad desde una mirada integrativa que reúne diferentes técnicas para abordar el problema, incluyendo tres importantes esferas del ser humano:

  • Pensamientos: ¿Qué piensa?

  • Acciones: ¿Qué hace?

  • Emociones: ¿Qué siente?


¿Qué piensa?

Como dice Giorgio Nardone “pienso, luego sufro”. La ansiedad es consecuencia de pensamientos o cogniciones más bien catastróficas. La persona está constantemente interpretando lo que está pasando, y esto lo hace de manera automática, sin darse cuenta. Al fluir por la mente, estos pensamientos producen emociones placenteras y displacenteras fuertes que impactan nuestro actuar.


Como terapeutas debemos ayudar al paciente a que tome conocimiento de estos pensamientos intrusivos, que los someta a cuestionamiento, sin casarse con la idea, para sembrar la duda dentro de este proceso automático y así comenzar a integrar formas alternativas de pensar o interpretar.

Estos pensamientos se sostienen sobre un miedo, por lo que tenemos que siempre preguntar “¿qué pasaría si?” para identificar el miedo o pánico que existe a la base.


Trabajar sobre el aspecto cognitivo permite que el consultante pueda desmentir los pensamientos y actitudes negativas que le hacen sentir angustiado y deprimido.



¿Qué hace?

Lo que mantiene el funcionamiento ansioso es evitar aquello que me da miedo. Entonces lo que suele pasar es que la persona deja de exponerse a lo que le da miedo para bajar su ansiedad y así el circuito se autoalimenta y refuerza.


Como terapeutas, nuestra labor es acompañar al paciente a enfrentar y exponerse a lo temido. En el fondo, evitar que evite. Para est, se considera útil ir construyendo metas mínimas para que el consultante avance en la exposición y vaya haciendo frente al monstruo del que ha estado huyendo.



¿Qué siente?

Esta postura se basa en la idea de que parte de la causa de la ansiedad es la “amabilidad”, ya que, en general, cuando la persona está angustiada o ansiosa, casi siempre está evitando un problema que le molesta e incómoda. Entonces “saca”, “expulsa” el problema de su camino (evitando) porque quiere ser amable y no quiere causar problemas a nadie, ni a sí mismo. De pronto, se siente angustiado y no sabe bien por qué. Puede surgir cualquier tipo de ansiedad, pero el funcionamiento se repite, la persona evita un miedo que lo inunda, el cual no siempre es consciente; debe ser descubierto ese miedo oculto para develarlo. Entonces indaguemos ¿de qué huye el paciente?, ¿qué evita sentir y vivir?, ¿qué es lo peor que podría pasar si ocurre eso que teme?, ¿qué siente en relación a eso?


Cada consultante es distinto, y no existe una receta exacta para cada tratamiento, sin embargo, es preciso considerar las 3 áreas para mirar e intervenir desde un camino construido a la medida de quien padece el problema.

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