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¿Niñas y niños que no hablan? Un acercamiento al mutismo selectivo

Niños que no hablan en el jardín infantil…luego se observa que tampoco hablan en el colegio; papás “sorprendidos” ante esta noticia de las educadoras, “su hijo no habla o habla solo monosílabos y muy despacito” … y en la casa el mismo niño no para de hablar...


Así han llegado algunos padres derivados del colegio a consultar y, luego de una evaluación, nos encontramos con un diagnóstico: Mutismo Selectivo.


¿Qué es el Mutismo Selectivo?

Se caracteriza por una selectividad marcada y emocionalmente determinada al hablar, de tal modo que en algunas situaciones el niño habla (generalmente con la familia más cercana), sin embargo, no habla en determinados contextos (jardín, colegio o algún contexto que no le es familiar). Se enmarca dentro de los trastornos de ansiad; el niño deja de hablar en aquellas situaciones que percibe como amenazantes y puede creer que va a ser juzgado o criticado y se siente sobrepasado, entonces por miedo evita y se inhibe el habla (es distinto a ser un niño tímido que en situaciones sociales es capaz de hablar en el caso de ser necesario).


¿Cómo opera el Mutismo Selectivo?

Es importante mirar el rol del entorno en el mantenimiento de la sintomatología ya que los comportamientos de MS pueden ser el resultado de una larga serie de interacciones reforzadas negativamente. El refuerzo negativo ocurre cuando un comportamiento aumenta debido a la resta de un estímulo aversivo. Cuando la ansiedad de hablar es quitada debido a que un adulto rescata al niño de la expectativa de hablar, se refuerza el comportamiento no verbal del niño.


El ciclo de refuerzo negativo para MS se desarrolla de la siguiente manera:

  1. Situación que provoca ansiedad: se le pide al niño que hable.

  2. Los niveles de ansiedad aumentan: el niño se vuelve demasiado ansioso.

  3. Comportamiento de evitación: el niño trata de evitar hablar escondiéndose, usando gestos o paralizándose.

  4. Comportamiento de rescate: otro individuo (a menudo un adulto) “rescata” al niño, eliminando la expectativa de hablar (por ejemplo, respondiendo por el niño).

  5. Los niveles de ansiedad disminuyen: el niño se siente menos ansioso una vez que lo rescatan.

 

Como resultado, el niño hace la conexión de que los comportamientos de evitación son estrategias efectivas de afrontamiento para reducir los niveles de ansiedad. Cuantas más veces este ciclo se repita, más reforzado estará el niño para evitar hablar.


El refuerzo positivo, en cambio, ocurre cuando el comportamiento aumenta debido a la adicción de un estímulo gratificante. Entonces, cuando la ansiedad de hablar es reducida cuando un adulto brinda apoyo al niño para hablar, el comportamiento verbal del niño es reforzado.


El ciclo de refuerzo positivo para MS se desarrolla de la siguiente manera:

  1. Situación que provoca ansiedad: se le pide al niño que hable.

  2. Los niveles de ansiedad aumentan: el niño se vuelve demasiado ansioso. Cuanto más practique el niño, lo menos ansioso se pondrá en exposiciones posteriores.

  3. Comportamiento de evitación: el niño puede tratar de evitar hablar escondiéndose, usando gestos o paralizándose.

  4. Comportamiento de apoyo: Otro individuo brinda al niño apoyo para hablar dándole la oportunidad de hablar (por ejemplo 5-10 segundos), indicaciones repetidas o ajustadas y atención positiva (por ejemplo, un elogio especifico) para el comportamiento verbal.

  5. Los niveles de ansiedad disminuyen: el niño se siente menos ansioso después del habla.


Como resultado, el niño hace la conexión que el habla conduce a respuestas gratificantes y una reducción de los niveles de ansiedad. Con el tiempo, con una exposición constante y practica con “hablar valientemente,” el niño es reforzado cada vez más para hablar.


Tratamiento

La familia y el colegio son agentes fundamentales para el tratamiento, por eso es fundamental tener claro que no resulta decirle al niño que hable, pues es prestar más atención, por lo cual se mantiene y exacerba el problema.


Que hable espontáneamente es lo que más se desea, pero probablemente es lo último que aparezca. Entonces se sugiere:

  • Dar seguridad y confianza al niño en los diferentes contextos en que se desenvuelve.

  • Es fundamental realizar un trabajo emocional de identificar y reconocer las emociones.

  • Abordar la vergüenza y sus sentimientos de inhibición.

  • Trabajar la sintomatología ansiosa gradualmente e ir exponiéndolo de a poco.

  • Favorecer las actividades de socialización, con actividades que sean de su agrado y donde se sienta más competente

  • Reforzar el lenguaje expresivo y ayudarlo a ver la utilidad del lenguaje, los beneficios sin forzarlos.


Y así, de a poco, veremos a un niño que es capaz de expresar lo que necesita, de reírse con los compañeros y de poder expresarse verbalmente.

 

 

                                                                                              M. Graciela Rocca Saavedra

                                                                                                Psicóloga Infanto- juvenil

Julio 2024

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