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¿Cómo incluir a los padres o cuidadores en la psicoterapia de niñas, niños y adolescentes?

¿Qué pasa cuando atendemos niños/as o adolescentes y los papás no se involucran en el proceso?, ¿cuántas veces te ha pasado que van a “depositar” a su hija/o a terapia?, ¿o citar a los papás y que te dicen “el problema es de mi hijo, yo no tengo nada que ver”?


Esto pasa y mucho, sin embargo, sabemos que en la mayoría de las dificultades que vivencian las niñas, niños y adolescentes, su entorno SI impacta, y esto es parte fundamental de lo que mantiene la situación. La forma en que los padres, abuelas/os, profesores y cuidadores manejan lo que ocurre con los niños y adolescentes incide directamente en la forma en que la situación se desarrolla y la solución que se puede tener.


En estos casos es parte de nuestro trabajo el involucrar a los padres o cuidadores en el proceso terapéutico del niño, el problema es ¿cómo hacerlo cuando ellos no quieren involucrarse?


Existen algunas ideas importantes a tener presente en estos casos:

  • Si los adultos a cargo del niño o adolescente no hacen un cambio, el cambio del niño/adolescente no va a ser duradero: esta idea es fundamental ya que, por ejemplo, si los adultos a cargo no refuerzan la conducta que quieren que cambie, el niño no se va a esforzar por cambiar la conducta si ve que a nadie le importa. O si la queja es que el niño no habla y vemos que todo su entorno entiende lo que quiere sin necesidad de que hable, si el contexto sigue interpretando sus señas, ese niño nunca va a tener la necesidad de hablar por lo tanto no lo hará (entendiendo que se descarta alguna dificultad física o de comprensión a la base).

  • Existen ganancias secundarias que tiene el niño/adolescente: a través de preguntas podemos ir “mostrando” las ganancias que tiene el paciente índice y que el obtener estas ganancias depende de los adultos a cargo. Por ejemplo, si cada vez que hace una pataleta obtiene lo que quiere, no va a dejar de hacer pataletas ya que encontró la fórmula para obtener lo que quiere.

  • Se trabaja con todos los cuidadores que están a cargo de alguien y que pueden generar un cambio: es fundamental que funcionen todos como equipo (los papás, abuelos, la nana, los tíos, profesores y cualquier adulto involucrado).

  • No sirve trabajar con quien está saboteando, lo útil es trabajar con quien está brindando las ganancias secundarias: entonces debemos identificar cuál o cuáles son los adultos más dispuestos a trabajar con nosotros ya que de esta forma obtenemos cambios más rápidos.

  • SIEMPRE lo primero es sintonizar con la percepción de la situación, es decir, indagar con los adultos cómo están percibiendo la situación problema y al niño, por ejemplo, ¿ven al niño como malo o enfermo? Es muy distinta la postura que los adultos tomen de acuerdo a cómo se están explicando la situación.


Entonces ¿cómo intervenir con padres, profesores y cuidadores?

  • Los tratamos como co-terapeutas, es decir, ellos son parte de la terapia. Fuera de la consulta ellos deben trabajar contigo para sostener el cambio. Les explicamos que el cambio en la vida del niño/adolescente no va a ocurrir en la hora de terapia, sino que ocurre en su vida, esto es fuera de la consulta. Nosotros lo vemos en la consulta y son ellos quienes comparten en lo cotidiano con el niño, por lo tanto su rol como co-terapeuta es fundamental.

  • Dialogo descriptivo: además de ir haciendo preguntas, damos explicaciones ya que el objetivo es crear conciencia de lo que está pasando. Les explicamos cómo se va dando el circuito del problema, entonces vamos viendo como lo que ellos hacen o dejan de hacer, va influyendo en este circuito.

  • Deben descubrir que si siguen haciendo lo que hacen, están contribuyendo a sostener el problema: no sirve sólo dar tareas o indicaciones, por eso se dan también explicaciones, ya que para que sigan las tareas deben comprender el funcionamiento del problema y lo que ellos hacen para contribuir en este problema.

  • Hacemos reuniones clínicas: ya que son nuestros co-terapeutas, debemos tener sesiones similares a reuniones clínicas donde en conjunto vamos a definir la conducta problema y los intentos de solución que todos han hecho (hijos, padres, colegio, etc.).

  • Comprender cómo entienden la situación problema: a través de preguntas vamos a ir entendiendo cómo cada uno se explica la situación y a partir de esta información es como vamos a ir interviniendo.

  • Evitar culpabilizar e ir a lo práctico: jamás debemos culpabilizar a los cuidadores, al contrario, la postura del terapeuta siempre va en la línea de solucionar el problema y para esto planteamos un trabajo en quipo, por ejemplo, “tenemos que ver qué vamos a hacer con Juanita”, siempre en conjunto y en un ambiente de colaboración, ese es el foco.

  • Buscar excepciones: identificar situaciones donde el niño/adolescente no presenta el problema y ver qué ha contribuido a que en esas oportunidades actúe de forma distinta.

  • Deben sentir que son parte de la solución: es necesaria una colaboración constante. El refuerzo intermitente es el más poderoso, por eso deben ser constantes en su rol de co-terapeutas. Debemos estar todos alineados en una relación colaborativa, sino se crea un doble vínculo y todo empeora.


Estas son algunas ideas generales que son de tremenda utilidad en estos casos. Te invitamos a incluir siempre a los padres o cuidadores cuando trabajas con niños, niñas y adolescentes ya que son una pieza fundamental en el cambio y la mantención de éste.

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