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¿Conoces los beneficios de pedir feedback a tu paciente?

Como terapeutas a veces nos cuesta preguntar a nuestros paciente qué les pareció la sesión, o qué les sirvió de lo conversado, o si se sintió cómodo durante la hora… de cierta manera, nos cuesta pedirle que evalúe el proceso y nuestra calidad como psicólogas. El solicitar esto, nos expone a escuchar información que no siempre es la que esperamos o queremos escuchar. Por ejemplo que un paciente nos diga “no sé si me entendiste bien, como que no estoy seguro en qué me puede haber servido esta sesión”, puede ser algo incomodo recibir un feedback así, sin embargo, nos entrega información útil y relevante para poder formar un vínculo adecuado con ese paciente y entonces continuar el proceso de psicoterapia. Desde esa respuesta sabemos que el paciente no se sintió comprendido por el terapeuta, por lo tanto, no está seguro si le puede servir o ayudar dado que no logro entender y empatizar con su padecimiento.


Esta información es nuestra oportunidad para maniobrar y reparar en la percepción que tuvo el paciente de la sesión. Para eso debemos detenernos y agradecerle por su feedback ya que esto “me ayuda a poder trabajar mejor y así ayudarte a encontrar lo que vienes a buscar” y preguntarle: “¿Qué tendría que haber pasado hoy para sentirte comprendido?, ¿hay algo que yo hice que te hizo sentir así?, ¿qué podría haber sido distinto para que te sintieras comprendido?, ¿hay algo que no sucedió hoy que te gustaría que pasara?, ¿hay algo que hice o que te pregunté hoy que no te gustaría que se volviera a repetir?” Estas respuestas nos mostraran qué necesita ese paciente de mi como terapeuta y qué espera del espacio terapéutico.



En otras palabras, el feedback podría ser como una fotografía espontánea del paciente acerca de lo que le parece el proceso y nosotros como terapeutas, con el fin de conocer su percepción sobre lo que le sirve de esta terapia y lo que no le sirve, de lo que le hace sentido y le ayuda, y también, aquellas intervenciones que no le resuenan. De esta forma podemos diseñar intervenciones a la medida de cada paciente, centrándonos en su propia evaluación, más que en nuestras ideas y supuesto acerca del proceso.


Recordemos que necesitamos hechos reales y concretos para diseñar nuestro plan de acción, no suposiciones acerca de lo que creemos que le sirve...¡PREGUNTEMOS!, tenemos que buscar evidencia real para construir terapias a la medida del paciente. Y ¿qué más real que la propia percepción y evaluación del paciente acerca de su proceso de cambio?

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