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¿Para qué sirve conocer las soluciones intentadas?

El concepto de Soluciones Intentadas se refiere a lo que el consultante y su entorno han intentado hacer por resolver la situación que los aproblema. Estos intentos de solución se hacen con la convicción o, por lo menos, con las ganas de que realmente sirvan para resolver el problema y, en alguna medida, han servido, por eso se siguen repitiendo, sin embargo dejan de funcionar y, a pesar de eso, se siguen repitiendo. Por ejemplo, apretar el botón del ascensor sabemos que sirve para llamar el ascensor, sin embargo apretarlo muchas veces no va a hacer que el ascensor llegue más rápido; a pesar de esto, muchas veces cuando se demora más de lo esperado y a pesar de saber que ya lo apretamos, volvemos a hacerlo una y otra vez sin que cambie el resultado.


Lo que ocurre es que el problema se mantiene por los esfuerzos, no exitosos, que hacen las personas por resolverlo. Por lo tanto SIEMPRE existen soluciones intentadas y nosotras como terapeutas debemos mirar qué se ha hecho por intentar solucionar el problema, qué de eso ha sido útil y qué no lo ha sido, y, especialmente, qué se está haciendo en el presente.


Es importante saber qué se hizo antes para no volver a repetir las soluciones intentadas que no fueron exitosas y para encontrar excepciones, o soluciones intentadas que fueron exitosas, que dieron un resultado positivo, y que por alguna razón no se siguieron repitiendo.


Debemos buscar el impulso básico o denominador común a todas las soluciones intentadas, para confirmar que no sean solo variaciones de un intento de solución. No siempre es posible unificar todos los intentos del consultante en una sola categoría, sin embargo, por regla general, la mayoría de los intentos realizados (y los que se llevan a cabo con mayor insistencia) se pueden agrupar fácilmente en una sola categoría. Por ejemplo, si una persona dice que para relajarse escucha música para no pensar en su problema, se mantiene ocupada para pensar en otra cosa y hace deporte porque le despeja la cabeza, el denominador común sería que está evitando pensar en su problema, por lo tanto la solución intentada sería la evitación a enfrentar el problema.


Cuando logramos clasificar estos esfuerzos, podemos pensar en nuevas alternativas y organizar nuestras intervenciones. Para planificar debemos considerar lo que se debe evitar, esto es todo aquello que el resto (pareja, amigos, familiares, etc.) ya ha intentado y no ha sido exitoso. Muchas veces los consultantes dicen "mi mamá y mi marido ya me dijeron que no me enganche en esos comentarios" o "todas mis amigas me dicen que le ponga límites", lo que indica algunas de las soluciones intentadas del contexto y que no han sido exitosas, ya que si lo hubieran sido, probablemente la persona no seguiría teniendo su problema ni estaría sentada en la consulta. Entonces si ya sabemos que esto no resulta para este problema, nosotras en consulta no debemos repetirlo o nos sumamos como una persona más repitiendo la solución intentada no exitosa.


También, debemos identificar las excepciones, esto es, soluciones intentadas que han sido exitosas para la resolución del problema, sin embargo no se han mantenido por alguna razón. Al tener claro cuáles son las excepciones, podemos ir generando situaciones para magnificar sus resultados y que se vayan convirtiendo en la norma en vez de la excepción. Por ejemplo, si la persona tiene dificultades poniendo límites, a través de preguntas podemos identificar cuando sí ha podido poner límites y nos metemos completamente en esta excepción: cuándo lo hizo, cómo lo hizo, cómo se le ocurrió hacer esto, qué pensó para hacerlo, cómo reaccionaron los demás, qué ocurrió después, cómo lo sostuvo, y una serie de preguntas que nos ayudan a conocer qué fue distinto esa vez para así poder replicarlo.


Por último, pensar en conjunto algunas estrategias que sean fáciles y posibles de llevar a cabo por el consultante, facilitando que las pueda incluir en sus rutinas diarias. Siempre comenzando por metas mínimas que no requieran de un esfuerzo extra para ser realizadas.


Finalmente, debemos recordar el ir evaluando en cada sesión la implementación de las nuevas soluciones y generar modificaciones en la medida de lo necesario para que estas se vayan cumpliendo.


Bibliografía

Fisch, R., Weakland, J. H., Segal, L. (1984). La táctica del cambio. Cómo abreviar la terapia

Watzlawick, P. (1983). El arte de amargarse la vida.

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