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¿Cómo manejar un posible quiebre en la alianza durante un proceso terapéutico? - Parte 1

¿Te ha pasado en tus procesos terapéuticos que algún integrante del sistema consultante se molesta? o ¿que le cae mal un comentario tuyo? o ¿qué el paciente comienza a refutar y objetar gran parte de tus comentarios y/o preguntas, como si estuviera enojado contigo?, o ¿que deja de hacer las tareas y pierde motivación por la terapia, como que se aburre durante la sesión? ¡Y tú también!


Esos son algunas alarmas que nos indican que algo está pasando en esta alianza terapéutica, ya sea en el vínculo, meta o tarea, o las tres. Es responsabilidad de nosotras como terapeutas el tomar ese posible quiebre y repararlo. Entonces los pasos a seguir son:


● Lo primero que debemos hacer es reunir varios indicadores para que que aparezca concretamente la hipótesis de ruptura de alianza. Estos indicadores son una incomodidad en la relación que se manifiesta porque el consultante se comporta de manera más defensiva, sus vías de acceso de cierran. También hay cambios en la mirada, mayor desconcentración, cambios en la postura corporal, cambios en el tono de voz, comentarios

monosilábicos. De cierta manera empieza a cuestionar al terapeuta.

● Segundo se sugiere parar con la terapia y abrir el tema, siempre utilizando un lenguaje hipotético, para no dar por cierto lo que se está planteado, sino más bien como posibilidad.

● Tercero, debemos evidenciar lo que está ocurriendo, explicitando nuestra preocupación y mostrando cómo dicha información ayuda al terapeuta y a la terapia.

● Cuarto paso es explorar respecto a los pensamientos, sentimientos, conductas, canales sensoriales, expectativas, lo que le molestó al paciente. Cuando exploramos vamos validando al otro y comprendiendo lo que generó la incomodidad para así identificar y determinar cómo reparar.

● El quinto paso es empatizar y lamentar con lo que ha causado el quiebre. Esto tiene como objetivo expresar lo que genuinamente le sucede al terapeuta y validar lo que le ocurre al consultante.

● Sexto, debemos explicar el para qué, es decir, motivo o intención de la intervención que provocó la disconformidad causando la ruptura.

● Séptimo, lograr establecer nuevos acuerdos con el consultante a través de preguntas que nos permitan saber cómo no generar nuevamente aquella disconformidad.

● Después de haber realizado los pasos mencionados, si sentimos que la alianza quedó trizada se requiere más tiempo para volver a evaluar a través de preguntas explícitas que aluden a cómo va la terapia, hasta que sepamos y sintamos que la alianza ha sido completamente reparada.


Cuando hacemos esto, por lo general, la alianza adquiere mayor profundidad, es decir, hay mayor cercanía, intimidad y confianza en la relación, ya que ambos sabemos que la relación existente es capaz de sostener y sobrevivir un problema, como también comprueba cuán sólida es dicha alianza.


Y tú ¿cómo lo haces en tu práctica clínica? ¿Qué haces cuando sientes que tu paciente se incomoda?


En el próximo artículo explicaremos qué intervenciones específicas se pueden hacer para reparar cuando la ruptura de la alianza terapéutica se asocia a las metas, procedimientos, y relación en general. Además de abordar aquellas acciones y/o intervenciones que no se deben hacer cuando surge una ruptura.

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