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¿Cómo apoyar a los padres a acompañar a sus hijos adolescentes en la interacción con el mundo virtual? - Parte I

Cuando trabajamos en la consulta con poblaciones adolescentes no podemos dejar de trabajar con sus padres. Desde mi punto de vista, es un must en la mayoría de los casos, no digo “todos” ya que en psicología no existen los “siempre” o “nunca”, sino que las intervenciones se ajustan y dependen de cada caso, según su contexto familiar y las características de su realidad, entre otros muchos factores.  


Hoy me quiero detener en un tema que me impacta, no solo como terapeuta, sino que también como madre, y que tiene a la salud mental de muchos adolescentes en el borde del colapso: las famosas redes sociales. Entonces ¿cómo apoyar a los padres a acompañar a sus hijos en la interacción que establecen con el mundo virtual?

 

Para abordar esta novedosa temática, y evitar hacerlo tan extenso, durante el mes de octubre publicaremos dos artículos basados en el libro de Giorgio Nardone “Ayudar a los padres a ayudar a sus hijos”, en el cual el autor nos explica cómo los padres somos inmigrantes digitales en un mundo de nativos digitales, donde los nuevos adolescentes entienden la red como un medio de comunicación, socialización y contexto de vida, más que un medio de información.


En este primer artículo el foco está en mirar “el contexto real”, es decir, los problemas que los padres nos vemos enfrentados en relación con las interacciones disfuncionales que los hijos establecen con el mundo virtual, específicamente con las distintas aplicaciones de internet. Para esto es importante mirar el manejo y forma en que solemos maniobrar con este desafío que termina generando una fractura generacional con los hijos, para en el segundo artículo, proponer estrategias que faciliten el desarrollo psicológico del niño y disminuya la brecha generacional. 

Entonces, ¿qué ha producido estos avances tecnológicos? ¿Qué hacen los padres frente a este cambio? Todos sabemos que, por consecuencia de la interacción que establecemos con los avances tecnológicos, han aparecido y aumentado varios trastornos mentales como la dependencia al internet, la compra compulsiva online y adicción a la pornografía, entre otros. 


Los padres hemos sentido y vivido este cambio social que se ha producido. Es innegable y bastante revolucionario, la ley del mínimo esfuerzo y gratis, todo es para ahora, corto, pego y envío. Sin embargo, aparentemente el adolescente no ha cambiado tanto, en el sentido que mantiene sus necesidades típicas desde el punto de vista conceptual, lo que ha cambiado es la modalidad por medio de la cual el nativo digital busca satisfacer estas necesidades. 


Los adolescentes nativos digitales también buscan pertenecer, experimentar sensaciones fuera del ambiente familiar, y diferenciarse de sus padres y autoridades. Son las relaciones sociales, ya sean reales o virtuales, que contribuyen en la definición y construcción de la identidad del joven. 


Así es como en la actualidad, el mundo virtual es el canal preferido para satisfacer las necesidades adolescentes y pareciera ser una extensión de los espacios físicos de la comunidad, con características y códigos distintos. Sin embargo, un uso excesivo, sobre todo por un usuario en plena fase de desarrollo, y, por lo tanto, con una personalidad incompleta, permite crear una realidad paralela poco ajustada a los modelos de vida real.


Ante este escenario, los padres o inmigrantes digitales nos aterrorizamos frente los riesgos y peligros de esta red que nos confunde y desorienta llevándonos a poner en práctica un estilo educativo intermitente o absolutista, que no nos permite desempeñar la función propia de los padres de servir de guía y referencia para los hijos. 

Entonces ¿cómo se genera la fractura generacional para que la relación padres – adolescentes – internet se conviertan en un problema?


Cuando los padres ven a sus hijos adolescentes constantemente preocupados por la interacción con el mundo virtual buscan restringírselo de distintas formas, ya sea castigo, sermones, bloqueo de los medios de información, mostrarles el daño que hace, etc. También se le puede culpabilizar y mostrar la decepción ante dicho comportamiento. En ambas formas se genera que el problema no sea percibido como propio por parte del adolescente, quien a su vez reprocha a su padre por retrógrado y que no está suficientemente al día con los progresos de la sociedad. Esto produce la sensación de no poder confiar en unos padres que no tienen la suficiente capacidad de respuesta. Y paralelamente, los padres critican al adolescente por su preocupación por el mundo virtual, lo que hace que se alejen en esa temática. Al sostenerse “ese ambiente”, la dificultad se puede transformar en problema.


¿Y qué hacemos frente a este dilema? ¿Cómo podemos apoyar a los padres para que esa brecha sea menor y puedan sostener su rol de guía para sus hijos? Continúa leyendo el siguiente artículo.


Ps Supervisora Clinca Anita Luisa Ovalle M. 

Octubre 2024


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